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viernes, 30 de octubre de 2009

El incendio y otros relatos, de José Naveiras


El incendio y otros relatos
José Naveiras García
(Ediciones Atlantis, 2009)

¿Nos conocemos a nosotros mismos?
Mejor dicho: ¿nos reconocemos en las palabras de los demás?
Yo creo que no, que no nos conocemos ni aceptamos lo que los demás ven en nosotros. Nos da miedo mirar dentro por si nos asusta lo que podamos descubrir. Seguramente tenemos pavor al “vacío”, a ser personas “huecas”, porque sabemos que nos rellenamos con pretensiones de ser algo más.
Eso es lo que cuenta José Navieras en estos relatos. De ahí, quizá, el miedo a asomarse a ellos, igual que tememos ver la verdad en nuestra propia alma.

El terror de lo cotidiano está presente en cada uno de estos 27 relatos. La monotonía, la vida gris, la dictadura del destino. Con un tono narrativo marcado por la distancia que logra dar profundidad a los relatos, José Naveiras nos envuelve en humanidad. No podremos despojarnos de nuestra verdadera personalidad, ni forzar la sonrisa, ni inventar hipócritas palabras para evitar complicarnos la vida.

Para que no haya ninguna duda, José Naveiras utiliza a menudo el personaje narrador en primera persona. Para que no puedas apartar la mirada del espejo en el que se convierten estos relatos. Atrévete y entra en ellos.


Dos ejemplos de su hondura, dos ejemplos completamente opuestos de lo que El incendio y otros relatos puede ofrecer: en el primero disfrutarán de la poesía que contiene la prosa de José Naveiras, de sus silencios llenos de contenido, de sus secretos más abisales. El segundo nos mostrará la otra cara de la moneda, la maldita hora de ajustar cuentas al destino.

Espero que se atrevan a leerlos. No se arrepentirán.

Transparente

Cuelga una a una las prendas de la colada. El viento que corre por la azotea mueve y hace bailar la ropa. La camisa de Rodrigo le acaricia la cara una y otra vez y ella continúa colgando lo que queda en el cesto sin apenas moverse del sitio, alargando los brazos en busca del sitio vacío de la cuerda. La camisa le acaricia de nuevo y ella deja que continúe, con los ojos cerrados, por necesidad. Se abstrae con los roces y continúa de pie ensimismada con los brazos colgando y las pinzas cayendo de sus manos al suelo.
Suena el móvil y su melodía la devuelve a la azotea. Dime Rodrigo... No, nada... pensaba en cuando éramos jóvenes y yo aún no era transparente.

*******


El incendio

La observo de nuevo, después de tanto tiempo.
Se toca el pelo con una distracción premeditada. Vuelve a encender un cigarrillo. Creo que es el segundo en el rato que llevamos aquí sentados.
La sirvo agua en su copa y noto que su mano tiembla cuando se la acerca a la boca.
Apaga el cigarrillo a medias y vuelve a tomar la copa de agua. Su mano sigue temblando.
-¿Cuánto tiempo hace ya? –pregunta mientras deja la copa sobre la mesa.
-Cinco años, creo. Quizás algo más.
-Estás estupendo.
-Ya.

Aparece el camarero y ambos pedimos la comida. Ella, para variar, una ensalada y de segundo algo de verdura. Yo, algo raro, con un nombre de esos muy largos. En realidad da lo mismo, apenas lo probaré, no debería haber venido.
Otra vez coge la copa. Veo que su copa ya está demasiado sucia, la deben sudar las manos porque entre el pintalabios y las marcas de sus dedos la copa está hecha un asco.
Comienza a contarme su vida desde que dejó de estar conmigo. No la presto demasiada atención, pero ha debido ser una vida triste ya que al poco rato parece haber terminado. Vuelve a estar callada y con la copa de agua en su mano de nuevo.
-¿Y bien?, ¿no vas a contarme nada de ti? –comenta seria
-Creo que mejor no, no quiero que sepas nada de mí.

Vuelve a beber de su copa. Cuando la deja sobre la mesa la lleno de agua otra vez.
-¿Para qué has venido entonces?
-No lo se, dímelo tú.

Lo cierto es que no tendría que haber venido, no se que es lo que estoy haciendo aquí con ella. Nada de lo que me diga me interesa y preferiría no haberlo hecho.
El camarero vuelve con los primeros platos y ambos jugueteamos con la comida, metiéndola luego en la boca sin ganas.
-Me han dicho que te va muy bien con una chica, ¿es verdad? –me pregunta sin levantar la vista del plato.
-Creo que de las diecisiete cosas que menos te deben importar en la vida, una de ellas es esa.

Ahora tomo yo mi copa y bebo agua de ella. Me fijo en ella y veo que está llorando. Esbozo una sonrisa.
-¿Y eso?, ¿desde cuando lloras?
-Eres un cabrón. Me hablas como queriendo vengarte de mi cuando solo quería saber como te va todo. –gimotea sobre su ensalada sin levantar aún la vista.
-Vaya, lo mismo que tú en el tiempo estuviste a mi lado. ¿Recuerdas?, la diferencia es que yo aún no se de quién te vengabas entonces.

Tiene la boca metida en su copa que ha perdido casi totalmente su transparencia ya y gimotea dentro de ella, haciendo que lágrimas, agua y saliva se mezclen. Deja la copa en la mesa, al mismo tiempo que le indico al camarero que cambie su copa. Saca un pañuelo del bolso y se seca las lágrimas.
-¿Sabes?, aún recuerdo cuando me decías que yo había provocado un incendio dentro de ti. –me dice mientras guarda de nuevo el pañuelo en el bolso.
-Ahora ya no quedan ni las cenizas de aquello, hace tiempo que vino alguien a soplarlas. –me doy cuenta que ya la he contado algo que no quería.
-Siempre tan poético.
-Mira, esto es una estupidez, creo que ha debido irte muy mal en estos años y como te has quedado sin nadie a quien poder joder, me llamas a mí para probar suerte –va a responderme, pero con un gesto la callo, aún no he acabado- Eso o quizás has encontrado a otra persona que te haya hecho el mismo daño que sueles provocar, si es así, felicita a ese tipo de mi parte. Desde este momento es mi héroe.

Me levanto, recojo mis cosas y me preparo para irme, ella continúa llorando en la mesa con la mano agarrando la copa. La gente de alrededor la mira de reojo y parece incómoda por la escena. Me acerco al maître y tras dudar un momento, opto por pagar la factura de la comida. Vuelvo a echar un vistazo hacia la mesa y sigue gimoteando sobre su plato. Esbozo mi segunda sonrisa y salgo del restaurante satisfecho por la comida de hoy.

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