Gracias y gracias.
ENTREVISTA
Tras esta entrevista, encontraréis la reseña de El laberinto de Noé, una obra que no puede dejar indiferente a ninguno de los que se deciden a leerla.
No os entretengo más. Aquí os dejo con las palabras de Esteban:
¿Cuándo comenzaste a escribir?
A los diecisiete años escribí mi primera novela “Estrella del rock”. La guardo en un cajón porque, como es lógico, supura ingenuidad.
¿Podrías imaginarte tu vida sin la literatura?
No. Soy de esos locos para los que la vida no se entiende sin un buen libro entre las manos. Me gusta introducirme en las realidades paralelas que la literatura muestra.
¿Cómo surgió la idea de escribir El laberinto de Noé?
La chispa creadora surgió de una charla con Andrés Trapiello a propósito de su novela “Al morir Don Quijote”. Trapiello hablaba de un Cervantes que era un auténtico perdedor en el sentido de que no había logrado alcanzar nada de lo que se había propuesto. Sin embargo, cada vez que fracasaba se levantaba y trataba de alcanzar otro objetivo. Cervantes como perdedor. Pero qué maravilloso perdedor. De ahí surgió la filosofía que impregna el libro. Sólo pierde el que arriesga, el que juega, el que hace algo por cambiar su realidad. Hay mucha gente que no es conciente de eso.
¿Has conocido alguna vez a alguien que infunda poder de determinación en otros? Sí, suelen ser personas algo extrañas, visionarios, locos. Veo que has captado uno de los principales argumentos del Laberinto: la voluntad de ser lo que se quiera ser. Esa fuerza de querer está dentro de nosotros, puede que sea necesario que alguien nos ilumine, que nos la haga ver, pero la realidad es que con fuerza de voluntad, se puede llegar a donde se quiera, aunque la meta esté lejana y otros la consideren un ideal inalcanzable.
¿Con quién haces tus duelos literarios?
Los duelos son parte de un taller de creación literaria. Uno de mis métodos de trabajo consiente en proponer un tema para un ejercicio-relato. El viernes siguiente los alumnos deben traer el ejercicio-relato escrito, con copias para el resto de la clase. Se dan una semana para que cada uno lea los ejercicios-relatos de los demás, y los corrijan o den su visión sobre él. Para ello es necesario obrar de buena fe y entender que la escritura deja de ser nuestra una vez que es del lector.
El pequeño taller que encierra el Laberinto debe entenderse no como una muestra de erudición sino como una forma de que aquellos lectores no acostumbrados al cuento extraigan lo mejor de él.
¿Utilizas la escritura como terapia?
¿Te sientes identificado con tus personajes?
Mis personajes gozan de vida autónoma, diferente de la mía. Es indudable que suelen tener algo mío, pero no soy yo. Me gusta crearlos, hacerles actuar, meterlos en problemas. A ver qué pasa.
¿Mundo real o mundo paralelo? ¿Con cuál te quedas?
Busco siempre la fantasía. El mundo real no me atrae. En otra entrevista dije algo así como que “si no te gusta la realidad tal como es, píntala de otra manera”. Eso es lo que busco con la literatura que leo, y eso busco con mi escritura. Soy conciente de la tierra que piso, incluso, a veces, me agrada, pero sé que hay muchos mundos detrás que merecen la pena ser descubiertos.
Acabo de releer un cuento de Cheever que alguien recomendaba con frenesí. Se trata de “El nadador”, un cuento genial, en la que el maestro del cuento moderno de antepenúltima generación, etiquetado de realista (incluso para algunos, hiperrealista) utiliza la fantasía tan alejada de su habitual plasmación fotográfica de la sociedad. Y, tengo que decirlo, esto no es del todo verdad, porque también en ese relato hay una mordaz crítica de la sociedad de su época. Quiero decir que la fantasía siempre estará ahí, para hacer ver la realidad, porque una y otra son complementos indisociables, son el ying y el yang, opuestos pero complementarios.
¿Has conocido a muchos “maestros” como el de las últimas páginas de El laberinto de Noé?
Sólo a uno: mi propio abuelo, que me enseñó a mirar la vida desde otras perspectivas, a ver el mundo de manera diferente, que me insufló poder. Pero, lo que son las cosas, mi abuelo apenas leía alguna revista de ferroviarios y tenía una bellísima letra, pero no escribía más que un par de cartas al año.
Por eso le hice cortaziano, porque es otro “maestro” en lo literario. Uno de los mayores retos que me planteaba el libro era mostrar a dos personajes que, a la vez, eran lectores y escritores, y que intercambiaban sus textos para opinar sobre ellos. Cada uno tenía que tener su propia voz narrativa, diferente, pero debía mostrar como poco a poco, viernes tras viernes, sus voces se iban acercando, hasta llegar a los cuentos finales, en los que casi se confunde. Esa dualidad de tono hubiese sido imposible si no hubiese leído a Cortázar.
¿Crees que nuestro mundo tiene remedio?
Sinceramente pienso que no. Soy asocial por naturaleza y no confío en una sociedad que adora el dinero, que admira a los desaprensivos que venden sus intimidades, que ni se inmuta ante la muerte de miles de niños al día por inanición y que no ejerce la menor crítica al poder político que la gobierna aún sabiendo que está podrido.
Yo me limito a mi mundo, al que está cercano a mí. Ese sí que trato de que comulgue con mi espíritu.
¿Qué esperas que encuentren los lectores en El laberinto de Noé?
Espero que entren en él, que superen los primeros obstáculos que ofrece una estructura esbozada y novedosa que puede conducirles al desánimo, que, una vez superado ese obstáculo de lo diferente, disfruten de los cuentos, que aprecien su evolución, que se corresponde con la evolución creadora de los personajes, y que acaben impregnados por el mensaje optimista que ofrece la novela que hila los relatos.
¿Qué proyectos tienes para el 2009?
Espero publicar (el contrato ya está firmando pero ya se sabe como están las cosas ahora) para el segundo trimestre una novela corta que ha sido finalista del Premio Felipe Trigo 2008. Y ya anda a la búsqueda de editor una trilogía de libros de cuentos cuyo tema catalizador es el mundo de la pareja.
Gracias, Cris.
Muchas gracias a ti, Esteban, por tus interesantes respuestas, por dedicarnos tu tiempo y por donar las fotos personales que ilustran esta entrevista..
A vosotros que leéis esto, como siempre, muchas gracias por estar ahí. Nos vemos la próxima semana con otra nueva conversación en diferido.
Autor: Esteban Gutiérrez Gómez
Editorial: La Tierra hoy
Págs: 292
Precio: 15 €
Admitámoslo: vivimos en un mundo cruel, despiadado, donde unos pocos imponen sus normas y etiquetan sin compasión a los demás. El resto, débiles como somos, solemos caer en sus redes, creemos todo lo que nos quieren hacer pensar. Y si nos dicen que nunca podremos llegar a ser esto o lo otro, nos rendimos, sin más. Esto no debería ser así. Cada cual debería encontrar su camino, por mucho que tarde en ello. Y para aprender la manera de hacerlo, nada mejor que adentrarnos en El laberinto de Noé, la obra de Esteban Gutiérrez Gómez de la que hoy hablaremos.
Martín, un hombre que se siente acabado y que sólo piensa en ahogar sus penas en el alcohol, vuelve, después de muchos años de ausencia, a la casa de unos abuelos que ya no existen. Martín echa de menos especialmente a su abuelo, Noé, un sabio amante de las letras, y se lamenta de no haber aprendido más antes de su muerte, de no haber vuelto cuando aún estaba vivo. Quizá con la ayuda de Julián, el anciano vecino y amigo del difunto Noé, pueda Martín comprender mejor a su abuelo y encontrar la luz al final de su negro túnel.
El protagonista y narrador de esta historia es Martín, ese hombre que se siente totalmente perdido en un mundo que ya no entiende. Él nos cuenta sus recuerdos, lo mucho que echa de menos a los seres que ya no están, especialmente al abuelo Noé, el mismo anciano culto que hizo de su casa una inmensa y caótica biblioteca. Así mismo, Martín nos hace partícipe del despertar de sus pasiones aletargadas, es decir, de su evolución como lector y, sobretodo, como escritor de cuentos.
Julián es el viejo compañero de viaje de Martín en este camino iniciático que nuestro protagonista emprende casi sin darse cuenta. Él compartirá con el nieto de su buen amigo Noé no sólo su gran amor por la gran literatura, sino también la enorme riqueza que encuentran aquellos que deciden poner en común sus propios escritos.
¿Y quién es Noé? ¿Sería tan sabio como su nieto se imagina o como Julián lo describe? ¿Por qué decidió llenar su casa de libros? ¿Acaso me corresponde a mí desvelar los secretos del fantasma que pasea, siempre sigiloso, por las páginas e este libro? Creo que mejor será dejar sus misterios dentro de este volumen, para que vosotros mismos os decidáis a descubrirlos.
Sin lugar a dudas, El laberinto de Noé es una de esas obras rebeldes, difíciles de clasificar, pues si bien comienza y acaba con la forma de una novela, en la que vemos como evoluciona el protagonista, Martín, durante su estancia en la casa del abuelo Noé, gran parte de estas páginas pertenecen al mundo de la narración breve, al cuento. Podría decirse que ésta es una novela hilada con relatos. Pero yo iría más allá: yo diría que se trata de una novela subordinada al relato, pues si bien los maravillosos cuentos que Esteban Gutiérrez nos presenta (estas piezas con las que soñar, pensar y deleitarnos, por las que se pasean personajes siempre tan intensos como apasionantes son las historias que nos narran), podrían vivir de forma independiente, es decir, recopilados en un libro exclusivamente para ellos; sin embargo, la estructura de la parte novelada no se sostendría precisamente sin estos cuentos.
El laberinto de Noé no es una novela cualquiera, ni un compendio de relatos al azar. Los que ya hemos tenido el placer de leerla, nos hemos encontrado ante una obra de gran valor para los amantes del relato, tanto para los que disfrutan sólo de su lectura como para todos los que se atreven (o atrevemos) con su escritura, así como un documento lleno sabiduría, de mensajes a los que prestar atención, temas sobre los que reflexionar y, sobretodo, mucha esperanza. Acabar la última página con una sonrisa en los labios resultará imposible.
A veces nos sentimos perdidos, como atrapados en un laberinto. No encontramos la salida, nos desesperamos, perdemos la esperanza porque a alguien se le ocurrió decirnos un día que los fracasados nunca levantan cabeza. No oigamos esas voces. Adentrémonos, en cambio, en la buena literatura que nos infunde ánimo. Entremos en El laberinto de Noé y disfrutemos del camino hasta la luz.
2 comentarios:
Jo, la de cosas que se pierde una cuando anda perdida por ahí, dando botes por el mundo. Diana al habla (ay, haz memoria, compañero de los talleres) Enhorabuena por el blog y por seguir con tan buena salud la "Esfera de letras"
Os dejé un mensaje allí, pero supongo que revisais el email de vez en cuando, así que pruebo aquí, por que me apetece mucho veros ¿seguis reuniendoos los viernes?
Un gran abrazo
¡Hola, Diana!
¡Qué gusto tenerte aquí!
Pues claro que nos seguimos reuniendo: loss viernes a partir de las 6 de la tarde en el Centro Cultural Loranca (junto al teatro Nuria ESpert).
Sería un placer volverte a ver.
Bexos
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