miércoles, 3 de diciembre de 2008
De culos y manzanas, de Patricia Esteban Erlés
"Manderley en venta" de Patricia Esteban Erlés ha resultado ser uno de los libros de relatos revelación de este 2008. Llegó a ser finalista del pretigioso premio Setenil. ¿Por qué? Juzguen ustedes después de la lectura de este relato cedido amablemente por Tropo Editores para esta publicación.
DE CULOS Y MANZANAS
Cuando Culo de Manzana me dejó llevé a cabo un dramático ejercicio de exorcismo para arrancarla de mi vida. Borré todos sus correos, rompí las cartas que me había mandado en sus fases de romanticismo más exaltado y eliminé nuestro perfil de la página de contactos donde nos habíamos inscrito en busca de nuevas experiencias. Sin embargo, confieso que no reuní el valor suficiente para deshacerme de las fotos que acompañaban nuestros escuetos datos de presentación (pareja de 30 años, atractiva, liberal...) y acabé pasándolas a un archivo del ordenador que se llamó culodemanzanadoc. Intuía que se acercaban tiempos muy difíciles para mí.Para entonces, Culo de Manzana ya estaba con otro. Siempre pensé que la historia venía de antes, aunque cuando tuvimos ocasión de hablar de ello juró y perjuró que habían empezado a tontear por e-mail a últimos de octubre y que no se vieron en persona hasta cinco días después de la que para ella fue nuestra «bronca definitiva». Como si eso pudiera servirme de algún consuelo, no te jode. El caso es que me enteré muy pronto de los detalles de aquella devastadora relación, tanto más devastadora porque hasta bien entrado el mes de diciembre yo todavía albergaba la esperanza de una reconciliación gloriosa, como gloriosas habían sido todas las anteriores. Claro que antes no estaba él, tan alternativo, tan cool, tan ufano en su faceta de expendedor ambulante de entradas para los mejores estrenos teatrales y los conciertos de esos cantautores sexagenarios que a ella le chiflaban. El muy cretino tuvo que encontrar por casualidad el blog donde Culo de Manzana colgaba algunos de los relatos que nunca le premiaban en los modestos concursos locales a los que concurría, y dejar un ingenioso comentario cargado de oscuras intenciones en uno de sus posts más flojos.La primera noche se bebieron toda la cerveza de la calle Alfonso mientras hablaban como cotorras de la nueva poesía aragonesa y el cine mexicano de Buñuel, temas en los que él, modestamente, se autoproclamaba experto. Se enamoraron perdidamente y nadie en la ciudad dejó de saberlo: iban de la mano a festivales de cortos, al rastro, a cenar en restaurantes de comida minimalista. Una buena amiga me contó que a mediados de diciembre se había encontrado a Culo de Manzana en la sección de complementos del Corte Inglés, comprando un gorro de lana y unos guantes Thinsulate, porque, según le explicó, riendo alborozada, qué locos estamos, maja, este chico es la pera, se iban a Moscú a pasar el fin de año. Hace falta ser idiota.
Para seguir leyendo pinche aquí (yo lo haría)
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3 comentarios:
Pues esta tarde me he leído este intenso cuento, con un final que no esperaba para nada. Vaya con culo de manzana...
Me parece una esperanza desesperanzada, algo que siempre se espera retomar y con los días vas aprendiendo que hace tiempo se murio.
Besos.
Me parece que hay que tener sentido de humor para saborear este relato.
A mí me gusta... el globo que se desinfla, qué pena, se rompió...
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