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Nació prematuro y al borde de la muerte. Vivió, sin embargo. Ya más grande pero aún niño, estuvo a punto de romperse la cabeza mientras intentaba cruzar a salto un pozo grande y profundo. Fue soldado en una guerra que le dejó como souvenir un balazo en una pierna, otro en el pecho y otro en un hombro; sin contar las cicatrices, salió ileso. En esa misma guerra pasó hambre y frío en cantidades dolorosas.Cuando finalizó la época bélica, pasó a trabajar como guardia personal del Presidente de turno. Sobrevivió a un intento de envenenamiento y a dos balazos más. Se enamoró de una mujer que ya tenía hombre y estuvo a un instante de fallecer de amor y de un balazo que le disparó el marido de la dama. Realizó una fiesta en honor a la media docena de balas recibidas, y durante el festejo se atragantó con un hueso de pollo que lo dejó sin aire muchos segundos.En su ancianidad, un cirujano logró desposeerlo por completo de un tumor para nada benigno.El día de su cumpleaños número 101, la Muerte volvió a mirarlo a los ojos. Lo contempló y lo vio demasiado viejo. La Muerte suspiró y antes de marcharse sola como vino le dijo
*Cuento incluído en el libro “Primitivo ramo de orquídeas”.
2 comentarios:
Esteban, muchísimas gracias por tu apoyo.
Un abrazo fuerte.
Mándame una muestra, Gilda, para publicar en este Laberinto.
Bexos
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